Los productos que fabricamos y utilizamos tienen un gran efecto en el medio ambiente y, si nos fijamos en el consumo en toda la UE, es uno de los principales responsables tanto del cambio climático como de la contaminación. Por eso en 2024 entró en vigor la ley de diseño ecológico (Reglamento sobre diseño ecológico de productos sostenibles/ESPR).
Como pieza increíblemente importante del rompecabezas de la sostenibilidad de la UE, la ley de diseño ecológico forma parte de un conjunto más amplio de medidas. Apoya directamente las ambiciones del Plan de Acción para la Economía Circular que la UE estableció en 2020. El núcleo de este plan es construir una economía circular en la que los productos se fabriquen con materiales sostenibles o reciclados.
Junto con los requisitos de diseño ecológico establecidos, también deben poder reutilizarse, repararse o reciclarse fácilmente, generando un mínimo de residuos y reduciendo la huella de carbono. Como ejemplo de requisito de diseño ecológico, en 2027 se exigirá que los productos que incluyan pilas sean fáciles de extraer y sustituir, tanto para facilitar su reparación como para mejorar su reciclado.
Para rastrear el origen de los materiales, una parte fundamental de esta ley de diseño ecológico es el Pasaporte Digital de Producto, en el que debe incluirse información sobre el producto como, por ejemplo:
- ¿Dónde y quién fabricó el producto?
- ¿Qué materiales están incluidos?
- La huella ambiental
- Cómo se puede reparar o reciclar el producto
Con esta ley (y el DPP incluido), la UE dará pasos importantes hacia sus objetivos medioambientales y climáticos, entre ellos duplicar su tasa de circularidad en el uso de materiales y alcanzar sus objetivos de eficiencia energética para 2030. El reciclaje crea materias primas más valiosas para fabricar nuevos productos, pero es fundamental conocer todo su recorrido. Esta ley subraya la importancia de la trazabilidad, que garantiza que los materiales reciclados utilizados proceden realmente de fuentes fiables y dignas de confianza.