Europa genera montañas de residuos cada día. Envases, aparatos electrónicos, textiles... Todo lo que utilizamos tiene que ser recogido, reciclado o eliminado de forma segura.
Durante años, los costes de gestión de esos residuos se cargaban a los ayuntamientos y, en última instancia, a todos los consumidores. De hecho, todos pagaban por igual y no por lo que producían y utilizaban.De ese modo no era justo, no era transparente y no animaba a las empresas a diseñar productos que duraran más o pudieran reciclarse. Y por eso la UE implantó la EPR.
La reducción de los impuestos (y, por tanto, de los precios) para las alternativas más sostenibles dará lugar a menos residuos, un diseño más inteligente y un verdadero paso adelante hacia una economía circular.
Guías de EPR, sujetas a otras leyes
La EPR no es una ley. En cambio, es un principio que guía muchas (nuevas) leyes relacionadas con la mejora de las soluciones de reutilización, reparación y reciclaje. Por ejemplo, la RPE apareció por primera vez en la normativa sobre electrónica (Directiva RAEE) y pilas. Hoy en día, se está ampliando para abarcar más grupos de productos (como los textiles) y reforzando con requisitos más estrictos, como el nuevo Reglamento de Envases y Residuos de Envases (PPWR).
Para que quede claro: la EPR es el principio, no la ley en sí. La PPWR es (por ejemplo) una ley independiente de la UE, pero se basa en el principio de la EPR.