Un alarmante 90% de la deforestación mundial se debe a la roturación de tierras para la agricultura. Esta tala generalizada de bosques causa graves problemas: daña nuestro clima al liberar carbono, destruye innumerables hábitats animales y vegetales, perjudica a los pueblos indígenas, altera los ciclos vitales del agua, arruina el suelo, pero también reduce la capacidad de la Tierra para absorber CO₂, lo que en última instancia la pone en peligro de muchas maneras.
Como los productos que consumimos en la UE pueden agravar este problema, la UE optó por adoptar medidas firmes para abordarlo a través del Reglamento de la UE sobre deforestación (RUE).Este esfuerzo no es del todo nuevo, en realidad empezó con un conjunto de normas más antiguo llamado Reglamento de la madera de la UE, que se centraba en acabar con la tala ilegal. Ahora, la ley de deforestación parte de esa base y se amplía para incluir una gama mucho más amplia de productos y materiales que son los principales motores de la deforestación.